El jueves pasado en este espacio comentaba el duro golpe que está significando para la diplomacia peruana el régimen de Pedro Castillo. Mencione como ejemplo de esto, la designación del exguerrillero Héctor Béjar como canciller; y más tarde el papelón internacional por el que tuvo que pasar Torre Tagle tras el merecido portazo en la cara que dio el gobierno de Panamá a la propuesta peruana de nombrar como embajador en ese país a Richard Rojas, un investigado por mover miles de soles de Vladimir Cerrón.
Sin embargo, me quedé corto con las acciones que avasallan un Ministerio de Relaciones Exteriores de 200 años de trayectoria. Al día siguiente, en la noche del viernes, los peruanos hemos sabido con espanto que este gobierno ha puesto como embajador en Caracas al rechazado Rojas, quien como único “argumento” para ser el representante político del Perú ante otro país ostenta ser el “comerciante y estudiante de derecho”, además de “la experiencia que uno puede haber tenido en la vida”.
Se entiende que Venezuela es un país paria para las democracias y los países civilizados del mundo, y que un personaje con el perfil del cerronista Rojas bien podría encajar con el gobierno de Nicolás Maduro, muy afín a codearse con todos los regímenes impresentables y dictatoriales. Sin embargo, no deja de ser una vergüenza que hoy solo importe ser aliado del sentenciado exgobernador de Junín, para ser enviado a una misión diplomática que nos representa a todos los nacidos en este suelo.
De otro lado, con el envío de este nuevo embajador a Caracas, el Perú ha decidido restablecer plenamente las relaciones diplomáticas con la tiranía chavista, que estaban reducida a nivel consular desde hace varios años, debido a que era insostenible que un régimen democrático se siente en la misma mesa con quienes se han adueñado de un país y se han dedicado a violar los derechos más elementales, todo en nombre de una ideología y un sistema que tanto seducen a quienes hoy están en el poder.
El canciller Óscar Maúrtua, quien hasta hace menos de un año era un severo crítico de la tiranía chavista, debería ser convocado al Congreso para que explique la vergonzosa designación de Rojas y el restablecimiento pleno de las relaciones diplomáticas con el apestado gobierno de Maduro, que viene provocando un desastre humanitario de grandes proporciones que ante nuestros ojos se traduce en el drama de millones de migrantes que huyen de su país antes de morir de hambre o perder su libertad.