El Estado, que es la sociedad jurídicamente organizada, siempre debe mostrar su poder: Ius imperium, Ius potestas, Ius puniendi, Ius poenale, en buena cuenta, son latinazgos que en la Ciencia Política y el Derecho confirman el enorme poder del Estado -no por capricho- para el mantenimiento del orden social y la paz nacional. En el caso de Colombia, todo lo anterior en adelante será necesario aplicarlo, y sin tregua, contra las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En efecto, tras conocerse el video en el que el líder terrorista Iván Márquez expresara de modo desconcertante: “Anunciamos al mundo que ha comenzado la segunda Marquetalia (recuerda el lugar del inicio de la acción armada en 1964)…”, el presidente Iván Duque ordenó una acción militar inmediata que ha producido nueve bajas en los terroristas. No hay otra salida. La actuación coactiva (uso de la fuerza legítima) por parte del Estado colombiano, entonces, deberá ser represivo contra los remanentes ahora indubitablemente subversivos. Cuando un Estado baja al llano y decide negociar y acordar, como lo hizo el colombiano con las FARC, debe mostrarse imperturbable en el mantenimiento de lo pactado, aunque contenga imperfecciones. De lo contrario, será el propio Estado el que pueda terminar vulnerable, anarquizado y hasta doblegado. Eso no va a pasar en Colombia, pero hay que decirlo, pues el Acuerdo de Paz ni por asomo puede ser objeto de cuestionamiento. Es verdad que a todos los colombianos no les ha gustado plenamente sus términos, pero es lo que existe y cuenta, y sobre su contenido nadie puede cambiar las reglas, salvo que surja un nuevo acuerdo entre las partes, que no es el caso que comentamos. Corresponde ahora determinar la real dimensión de las FARC disidentes -los alzados en su mejor momento fueron cerca de 15 mil- para decidir la estrategia más conveniente. Márquez y sus camaradas -apoyados por Nicolás Maduro- buscarán formar un grueso más compacto con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), pues están en una etapa de mutuas subsistencias. El objetivo, entonces, es neutralizarlos, impedir su cohesión o erradicarlos, pues la experiencia ha enseñado que cuando al terrorismo se le da espacios, rápidamente alcanzan reestructurarse para instalar la violencia como regla. Cuidado. La paz en Colombia no solo debe importar a los colombianos.