La actitud intransigente y hasta usurera de muchas clínicas ha permitido al presidente Martín Vizcarra hace un anuncio para las tribunas, con el que busca el aplauso de la población en momentos de crisis. Ha dicho que si en las próximas horas no hay un acuerdo de precios para atender por cuenta del Estado a los pacientes de COVID-19 en los centros de salud privados, procederá a expropiarlos de acuerdo al artículo 70 de la Constitución. 

Para eso el Congreso tendría que dar una ley y más tarde el Estado pagar el justiprecio por las empresas que estarían pasando a manos públicas. Es lo que señala el artículo constitucional invocado por el propio mandatario. Los expertos señalan otras alternativas, pero el mandatario no las ha mencionado. Sin embargo, el anuncio no parece muy realista teniendo en cuenta que nos encontramos en medio de una emergencia y que cada día que pasa más gente está muriendo.

El presidente Vizcarra ha sabido aprovechar el rechazo generalizado y en muchos casos justificado hacia las clínicas, para lanzar su ultimátum que tiene poco de realista y mucho de efectista. Aplausos sin duda habrá luego de haberse conocido que muchas familias deben hasta más de medio millón de soles, tras haber tenido a un paciente internado por COVID-19 en clínicas que pedían depósitos impagables solo para recibir a un enfermo.

Nadie pone en duda que lo primero es la vida de las personas y que muchas clínicas han estado anteponiendo el dinero. Por su parte, el Ministerio de Salud jamás llegó a un acuerdo con los privados a pesar de que hace meses se anunció el hasta hoy inexistente intercambio prestacional. Ahora que todo está entrampado, surge esta propuesta de expropiación que quizá logre ser concretada una vez que la pandemia ya sea cosa del pasado.

Acá hay responsabilidades compartidas, tanto en los privados como en un gobierno que, como ayer quedó demostrado, no admite errores y culpa a los demás de sus incapacidades y limitaciones. De por medio está la vida de los contagiados y la tranquilidad de sus sufridos familiares que no saben cómo pagar las deudas contraídas. Por ellos, es momento de llegar a un acuerdo y no aprovechar la coyuntura a fin de ganar dinero o aplausos.