Ha hecho bien el gobierno de Chile, a través de su canciller Alfredo Moreno, en reiterar una vez más que pase lo que pase, Santiago está dispuesto a acatar el fallo de La Haya que se conocería en poco tiempo, luego de unas declaraciones totalmente fuera de lugar de un jefe naval próximo a asumir el más alto cargo en las Fuerzas Armadas de su país, al que ojalá se le haya dado el llamado de atención del caso.

Es importante que más allá de las bravatas de personajes de segundo nivel en las relaciones bilaterales entre Perú y Chile, el gobierno del presidente Sebastián Piñera haya puesto paños fríos al asunto, que se mantiene en el ámbito netamente diplomático y jurídico, y que por nada tiene que ser llevado al terreno militar o al de las amenazas directas o sutiles, como si estuviéramos un siglo atrás.

Desde que se presentó la demanda peruana ante La Haya en 2008, tanto nuestro país como el vecino del sur hemos mantenido una conducta ejemplar, pese a algunas declaraciones y gestos altisonantes de ambos lados. Es mucho lo que se ha avanzado como para que a estas alturas se permita que surjan impasses.

Lo que queda en adelante es esperar la sentencia de La Haya y hacer lo que Lima y Santiago han venido haciendo hasta ahora: mantener una actitud responsable y patriótica de respeto al derecho, que ha permitido, irónicamente, fortalecer en estos años de confrontación legal las necesarias relaciones políticas y comerciales.