Nos preparamos para el fin de la cuarentena por Covid-19, el 30 de este mes, salvo un nuevo alargue que solo extienda la agonía de la salud física y económica. Esto sería un nuevo error, más todavía si no se ha aprovechado este tiempo para hacer mejoras en los centros de salud.

En el papel, estamos con restricciones, pero en realidad desde hace semanas que abandonamos el confinamiento. El comercio informal no ha podido ser controlado, mientras los formales viven arrinconados por las normas.

Un sinsentido es, por ejemplo, mantener el estado de emergencia total los domingos, el día que una minoría de ciudadanos aprovechaba para escapar de la rutina de labores. Por lo general, no se trabaja. ¿Cuál es el objetivo?

Además, las excepciones para la fase 2 de la reactivación económica ponen en duda el criterio del Gobierno Central y su comando Covid-19.

Por ejemplo, en Piura, donde hay más casos (17,000 aprox.) después de Lima y Callao, podrán abrir los centros comerciales; mientras en La Libertad (10,000 aprox) y Arequipa (8,500 aprox) se mantendrán cerrados.

Son las tres economías más fuertes en regiones, con un número parecido de habitantes. ¿Cuál es el cálculo del comando Covid?

Peor aún, hace poco nomás veíamos que en Piura se elegía al paciente que lograría una cama UCI, es decir, quien sobreviviría; y a los días ya se hablaba de una reducción de casos.

No podemos seguir aplicando tubos de ensayo sobre la vida y la economía del país. El gobierno debe incidir en fortalecer los centros de salud para atender a más peruanos. Ya ganaron más de tres meses de tiempo. Urge un cambio.