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El sábado por la mañana, los peruanos recibimos la grata noticia de que el infame mausoleo que integrantes y allegados a la banda terrorista Sendero Luminoso construyeron ilegalmente en el cementerio municipal de Comas estaba siendo demolido, luego de dos años y tres meses de haberse denunciado su presencia en las páginas de este diario. Fue el final de una prolongada ofensa al Perú, que sufrió y sigue padeciendo las secuelas del accionar terrorista.

La fuerza desplegada por la maquinaria pesada que se usó para traerse abajo las paredes de esa estructura, que sirvió para enterrar a algunos de los senderistas muertos en el motín de la isla El Frontón en 1986, es la misma con la que se debería actuar siempre, desde todos los ámbitos, cada vez que los terroristas asolapados y reciclados traten de levantar la cabeza, al amparo de los tontos útiles que les hacen el juego.

No más mausoleos ni “homenajes”. No más “exposiciones artísticas” de sus presos. Nunca más marchas por el Centro de Lima, ni presentaciones de sus libros que no hacen más que apología de sus delitos. Nunca más su presencia en universidades públicas, ni reapariciones de criminales como trabajadores del sector público, y menos en el Congreso o en colegios. No más abogados “colegiados” a pesar de sus antecedentes criminales, ni intentos por entrar en política.

Los peruanos no debemos olvidar que Sendero Luminoso se aprovechó de la gente más pobre de este país para lanzarla como carne de cañón mientras sus cabecillas se quedaban en Lima emborrachándose, comiendo rico y bailando “Zorba el griego”. No olvidemos tampoco que fueron miles de campesinos los que murieron degollados o asesinados con una roca arrojada sobre su cabeza por negarse a seguir las acciones dispuestas por el carnicero mayor apodado “presidente Gonzalo”.

La existencia de ese mausoleo en Comas constituía una ofensa a todas estas víctimas, así como a la memoria de los militares y policías caídos, al igual que a sus viudas y huérfanos, y a todos los peruanos. La estructura ya no está más, pero nunca se debe bajar la guardia, pues esta gente sigue ahí, muy atenta, esperando cualquier espacio que deje abierto el Estado y la sociedad para introducir su veneno. #TerrorismoNuncaMás.