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Al cierre de esta columna, no tenemos el resultado de la decisión del juez Concepción sobre el requerimiento de prisión preventiva contra Keiko y otros 10 imputados más; pero el desarrollo de la audiencia ha mostrado, en toda su dimensión, quiénes son los protagonistas -más allá de los sujetos procesales evidentes- de este entramado político/judicial, del que -lo digo sin exagerar- depende el rumbo que tome el país de cara al bicentenario de nuestra Independencia.

Durante seis horas, el fiscal Pérez expuso los elementos de convicción de su pedido, 25 de los cuales puso a consideración de la defensa técnica minutos previos al inicio de la audiencia, y 11 durante el transcurso de esta, afectando gravemente el debido proceso, en perjuicio de los imputados, lo que no impidió que el juez Concepción dejara proseguir su desarrollo.

Sin embargo, bastaron dos horas para que la abogada de Keiko desbaratara, uno a uno, los argumentos del fiscal, revelando que su “caso” ha sido elaborado alrededor de una -aparentemente- bien elaborada trama en la que, lejos de ceñirse a reales actos punibles que justifiquen el requerimiento de una prisión preventiva, urde una fantasiosa historia en la que traza supuestos vasos comunicantes entre los cócteles de la campaña del 2011 con “Los Cuellos Blancos del Puerto”, hasta remontarse a los años 90, para cuyo fin incorpora “muy convenientemente” en su carpeta a personajes como el exjuez César Hinostroza y al abogado Vicente Silva Checa, respectivamente.

Pero lo más resaltante de la audiencia fue que reveló que en este escenario judicial no solo participan el juez Concepción, los 11 imputados y el fiscal José Domingo Pérez, sino también un “fiscal en la sombra” que ha sido quien ha tejido esa urdimbre de infamias contra Keiko, “recitadas” aplicadamente por el fiscal formal. ¿Necesito decir de quién se trata?