El Perú vive días muy fríos, en todos los sentidos. Cómo no quedar congelados, por ejemplo, con un presidente que convierte su citación a la Fiscalía en un show. Caminó, levantó la mano y ocupó decenas de policías para librarse de los periodistas. El baño de popularidad se lo malogró un grupo de manifestantes que le gritó de “corrupto” para arriba. Para entonces ya había aparecido un stripper durante la audiencia de “tutela de derechos” sin que su abogado, Benji Espinoza, se sonroje demasiado.
Claro que el friaje mayor se registró con la caída de la selección en el repechaje para el mundial Qatar 2022. La temperatura de las ilusiones futboleras descendió abruptamente y no faltaron las lágrimas de frustración. Y es que no solo perdió el equipo de Gareca, también los emprendedores y negocios que jugaban a ganador, como el emporio Gamarra, los bares y restaurantes. Hasta en eso es salado, decían las redes sociales en alusión al profesor chotano.
Ciertamente, lo que tiene lelos a muchos es el pelaje del mandatario. Pese a enfrentar una investigación como supuesto cabecilla de una organización criminal, ni más ni menos, en sus apariciones en provincias habla de un país de las maravillas bajo su gestión. Que Bruno Pacheco, Juan Silva y su sobrino estén prófugos de la justicia ni le va ni le viene. A propósito, se ha gastado una friolera en los consejos de ministros descentralizados, una locación que también le sirve para la victimización y el populismo.
A tomar en serio el frío que se vive sobre todo en la sierra. Como siempre, se espera la tragedia para recién repartir frazadas y medicamentos. La prevención es nula. A este gobierno le hace falta un baldazo de agua fría para que despierte y se mimetice con las urgencias nacionales.