A pocos días de las elecciones, en Huancayo, como en todo el país, miles de personas marcharon en rechazo a la candidatura presidencial a Keiko Fujimori, pero principalmente contra los actos antidemocráticos que perpetró su padre el 5 de abril de 1992. Una manifestación emotiva, llena de pasión, que quiere definir el resultado de la historia.
Si bien es cierto, en el Valle del Mantaro el fujimorismo no tiene tanto respaldo, en la selva central de Junín el apoyo es mayoritario. Por ello, Keiko Fujimori eligió Tarma, Chanchamayo y Satipo para cerrar su campaña en Junín. No visitó Huancayo para evitar protestas y desmanes.
Es evidente que Junín está partido en su relación con el fujimorismo. Por una parte, están los huancas, quienes combinan su compromiso contra el expresidente Alberto Fujimori y una adecuada puesta en escena. Por otro lado, están los pobladores de la selva central, quienes agradecen de corazón las obras que hizo el padre de Keiko en esa zona. Para graficar ello, los candidatos al Congreso por Fuerza Popular distribuyen su propaganda electoral en la selva con la foto de Alberto Fujimori, mientras en Huancayo no hay ninguna señal del expresidente.
Igual, el fujimorismo es fuerte en la región. Pese a tener solo tres candidatos al Congreso, por la exclusión de dos de ellos, todo hace suponer que aquí obtendrá el primer lugar en primera vuelta.
El problema podría aparecer en la segunda vuelta. Si Keiko Fujimori plantea su campaña sin cambios, en la permanencia, tendrá complicaciones. Y aunque muchos piensen que en esa etapa ya no son prioritarios los proyectos sino las acomodaciones y los gestos, es importante que el fujimorismo deje ser una marca para convertirse en una alternativa de gobierno.