“Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera. Tengan unión verdadera, porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera”, escribía el poeta José Rafael Hernández en su obra “El Gaucho Martín Fierro”. Parece que los fujimoristas de Junín nunca leyeron estos poemas y si lo hicieron, no los aplican.

Fuerza Popular está dividido en la región Junín. En la última reunión partidaria, realizada en Huancayo, llovieron sillas y huevos, además de gritos e insultos. No respetaron al secretario general nacional, Joaquín Ramírez, ni a los congresistas presentes. La rabia, la molestia y el impacto emotivo resultaron más importantes que el equilibrio político y el consenso. A falta de argumentos y propuestas, aparecieron los manotazos, los desmanes y la violencia.

Una facción, que se autocalifica como la renovación de Fuerza Popular en Junín, encabezada por César Combina, fue desplazada por un grupo en que conviven históricos dirigentes de la región y congresistas. El secretario general nacional llegó a Huancayo con la intención de poner paños fríos al asunto, pero lo único que logró fue echar más leña al fuego al nombrar a dedo a Bladeck Ruiz como coordinador regional de Fuerza Popular, con antecedentes políticos en otras agrupaciones y muy cuestionado por su paso como regidor de la Municipalidad de Huancayo. Esto desencadenó las reacciones agresivas que se vieron en todo el país.

Ya se sabe que el fujimorismo no tiene ideología y que destaca por el alto grado de individualismo de sus dirigentes, empezando por Keiko Fujimori. Sin embargo, ahora, cuando necesitan imperiosamente la unidad, se anteponen los intereses personales. Esto es delicado porque el movimiento se debilita en Junín, uno de los grandes bastiones de Fuerza Popular en el país.

TAGS RELACIONADOS