Hoy acaba un año que estuvo marcado por una larga crisis política, además de una penosa situación económica y, aunque los legisladores se nieguen a aceptarlo, de rechazo a la representación parlamentaria.
A esto se ha sumado una oleada criminal que ha superado al gobierno en todos sus niveles pues cualquier hecho que presenten como una prueba de que se está haciendo algo para enfrentar la inseguridad ciudadana es desbaratado, a las pocas horas, por un acto criminal aún mayor.
Por ejemplo ayer, el presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola, brindó una entrevista a RPP donde aseguró que la gestión que encabeza la presidenta Dina Boluarte ha cumplido con “pacificar y estabilizar al país”.
Un mensaje que no se condice con la realidad si tenemos en cuenta que, horas antes de que el premier brindara estas declaraciones, un ataque de sicarios dirigido contra una mujer embarazada y un trabajador acabó con la vida de ambos y dejó huérfano a un niño que tuvo que ser sacado del vientre de su madre muerta.
¿Qué futuro le espera a este niño, que si bien sobrevivió, se encuentra en cuidados intensivos debido a su nacimiento prematuro?
Basta ya de frases soltadas al viento, esperamos hechos y resultados. La presidenta debe evaluar cambios en su gabinete antes que el hartazgo sea mayor y se desencadene otra oleada de protestas que podría dejar más muertos de los que ya tiene su gestión.