Coincido con quienes piensan que el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski ha querido doblegar a Fuerza Popular y petardearlo por dentro con el tema del indulto a Alberto Fujimori. Pero, esto es un juego con fuego y en respuesta podría perder a dos ministros, incluso un vicepresidente de la República. ¿O el tema era un queso para luego culpar a los naranjas de un revanchismo político? Todo puede suceder.

Sabiendo que Keiko rechazaría promover una ley para sacar a su padre, una norma que luego le podría costar caro con miras a sus intenciones de llegar a Palacio, el gobierno ha golpeado al fujimorismo mostrando su división más notoria.

Aunque sus 72 congresistas muestren un músculo político predominante, el solo hecho de que Kenji exija en público la lucha por la liberación de su padre y que la bancada le haya dado la espalda, tira al suelo la famosa doctrina disciplinaria naranja.

Además, ver que Keiko Fujimori no ha empujado la puerta entreabierta que le ha dejado el gobierno para evitar caer en el juego político, la hace percibir como una mala hija que solo le interesa su futuro político más que el bienestar de quien es su mentor y a quien le debe su actual estatus de lideresa.

Dudo que el fujimorismo reciba por ahora un golpe más fuerte que la denegación de la salida de Alberto Fujimori, pero creo que Keiko ha usado la calculadora y comenzará por la reparación de daños con la trituradora política en el Congreso. Tiene como hacerlo y aliados de sobra.

Lamentablemente, entre este juego de ajedrez político estamos los ciudadanos que esperamos reformas de Estado, que buscamos coincidencias entre quienes nos gobiernan en beneficio de los más necesitados. Otra vez el baile del chino hace danzar a la clase política. De hoy en adelante vamos a ver una trenzada política más caliente.