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Complicada y difícil será la gestión de Martín Vizcarra como presidente de la República. Sin embargo, tiene la inteligencia y la experiencia para mostrarse firme, generar consenso y rectificar el camino del Gobierno. Con su prédica componedora se puede colocar por encima de las fricciones y desacuerdos de la clase política en los últimos tiempos. Su gran trabajo será que estas disputas y disensos sean menores y principalmente no ser parte de esos conflictos. La prioridad es colocarse como líder del Perú y obtener el poder político directo para realizar la gran transformación que la gente espera.

Con casi la mitad del país pidiendo nuevas elecciones, según las últimas encuestas, la gran responsabilidad de Vizcarra es que los peruanos recuperen la confianza en sus gobernantes. Es evidente que no podrá evitar cuestionamientos y censuras de algunos grupos, pero tiene que ganarse a la población con transparencia, eficiencia y mucho coraje.

Los congresistas de la mayoría tienen mucho que aportar. Llegó la hora de que ya no se llenen la boca diciendo que respetan la institucionalidad. Tienen que dedicarse a defender la imagen y el prestigio de las instituciones peruanas, empezando por el Gobierno. Será difícil en este contexto donde cada sector político quiere jalar agua para su molino, en estos tiempos en el que cada líder político convierte esta situación para uso y beneficio de su propaganda política, apuntando a sus intereses electoreros. Es momento de dejar de lado aspiraciones tan diminutas y equivocadas para optar por una acción común en beneficio del país.