Es de esperar que, al iniciar su segundo año de mandato, el presidente Pedro Pablo Kuczynski haga los ajustes necesarios en el sector Salud a fin de terminar con una etapa en la que ha quedado en evidencia que se necesitan hacer profundos cambios a fin de atender dignamente a la gente más pobre, que hoy tiene que pasar por el calvario de ir a atenderse a un hospital del Estado.

Al inicio de la actual gestión tuvimos el escándalo de los “negociazos” del entonces asesor presidencial Carlos Moreno, pero más tarde los peruanos fuimos testigos de las deficiencias en la atención ante la epidemia de dengue generada por El Niño costero. Pero ahí no queda la cosa, pues a diario vemos las deficiencias de los centros asistenciales del Estado, donde no hay medicinas básicas ni los más elementales equipos.

A todo eso se suma la huelga de los médicos del sector público, que agrava aún más la situación de los más pobres que requieren atención. De qué vale aspirar a ser miembros de la OCDE, o jactarnos de estar en condiciones de organizar los Juegos Panamericanos Lima 2019, si no podemos tener un tomógrafo en el Hospital Arzobispo Loayza o guantes quirúrgicos en el Cayetano Heredia.

Si la ministra de Salud, Patricia García, debe dejar el cargo, es una decisión que compete al presidente Kuczynski. Sin embargo, lo que queda claro es que tiene que haber un golpe sobre la mesa a partir de este segundo año, para que los más pobres de entre los pobres que no pueden pagar una clínica tengan una atención digna de parte de un Estado a cargo de un gobierno que en julio del año pasado les ofreció dejar de lado los históricos maltratos de la salud pública.