El peruano histórica y culturalmente más universal es el Inca Garcilaso de la Vega, cuyo 483 aniversario de nacimiento recordamos ayer 12 de abril. Garcilaso con nombre de pila, Gómez Suárez de Figueroa, es considerado el primer mestizo biológico espiritual de América. Marcó el punto de partida del sincretismo racial y cultural con España y por este país, lo fue en todo Occidente.

Nacido en el mágico Cuzco, en 1539, su padre fue el capitán español Sebastián Garcilaso de la Vega y su madre, la ñusta Isabel Chimpu Ocllo. Los peruanos deberíamos conocerlo en el mismo tamaño y dimensión que Miguel Grau o Francisco Bolognesi. Garcilaso es el recinto y la garantía de la pervivencia de nuestra rica historia y cultura, convirtiéndose él mismo y por sus escritos en fuente de nuestro pasado precolombino.

En efecto, por su obra máxima “Comentarios Reales de los Incas”, publicada en Lisboa en 1609, conocimos a la sociedad incaica y a otras culturas que surgieron antes de la llegada de los españoles a América en 1492. Por Garcilaso y por su obra, entonces, es que realmente hemos podido construir la grandeza de la sociedad precolombina, por lo que su narrativa fue el perfecto complemento con que contamos para conocer la riqueza de nuestra sociedad pretérita.

Fue el mayor cronista que produjo nuestra sociedad en gestación durante el virreinato (fines del siglo XVI y comienzos del siglo XVII) y su pluma ha sido reconocida por los más laureados escritores e intelectuales como el español Menéndez y Pelayo o el peruano Luis Alberto Sánchez.

Al relievar esta efeméride de uno de los personajes centrales de nuestra cultura, me he detenido deliberadamente en revisar el currículo escolar y la mención al Inca Garcilaso solamente es genérica, limitándose a sus datos biográficos, también genéricos, y a algunas características de su obra. Así, jamás vamos a valorar como corresponde, su enorme legado para el alma y la conciencia colectiva de todos los peruanos sobre el enorme significado del mestizaje que nos ha definido en nuestra peruanidad como resultado.

La extraordinaria riqueza cultural del Perú contado por Garcilaso todavía no es comprendida en su real dimensión porque no existe política de Estado para mirarnos retrospectivamente y convertir dicho proceso parte del orgullo nacional que falta cultivar.