La suspensión de actividades de la empresa minera Antamina no es cualquier cosa. Antamina es la principal productora de cobre en el país. Y para el Perú, uno de los principales productores de cobre a nivel mundial, esto es un golpe duro y tiene implicancias alarmantes para el futuro de la inversión privada en el país.
La reacción del gobierno es más dolorosa todavía. El ministro de Justicia, Aníbal Torres, insinuó que esto podría ser un psicosocial llevado a cabo por Antamina para promover el desgobierno y vacar al presidente. Desatinadas declaraciones, señor Torres. ¡Un poco de responsabilidad a la hora de hablar! Así no funcionan las empresas.
Antamina es tan solo la punta del iceberg. Solo en esta última semana el gobierno ha tenido tantos deslices que pareciera que no le importara si le dan la confianza o no. Primero, Castillo sacándose la careta moderada en Amazonas y pidiendo la estatización del gas. Después, Francke y su picazón de ojo con el tan controversial impuesto a la riqueza. Y para coronar la ineptitud, el ya cuestionado ministro del Interior haciendo una fiesta el 31 de octubre, ¡después de que él mismo prohibió las reuniones ese día! Ironía que tropieza con tragedia. ¿No entiende acaso el gobierno que el Congreso aún no le ha dado la confianza? ¿Qué su existencia cuelga de un hilo?
Cada día hay menos confianza y menos garantías. Cada día la incertidumbre se agudiza en mi país. Cada día un gobierno torpe se burla más y más de los peruanos. No sé qué pasará, ni cómo. Pero sé que de acá en adelante, todo va cuesta abajo. Hoy la estabilidad parece tan solo un sueño lejano. Estemos preparados para todo, porque en este país puede ocurrir hasta lo inconcebible.