Si la memoria no me falla, antes ni después de Blanca Nélida Colán habíamos tenido a un Fiscal de la Nación con los pergaminos innobles de Carlos Ramos Heredia. Tras la decisión del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), de destituir a este magistrado, me queda esa sensación de que en el Perú estamos sentenciados a cadena perpetua con ese sentimiento de desconfianza.

Imagínense que Carlos Ramos estuvo al frente de una institución importantísima para la justicia en el Perú. Al estar a cargo del Ministerio Público, entidad defensora del Estado y, por tanto, de los peruanos, queda esa desazón de cómo ha estado siendo administrada, bajo los intereses particulares de un cuestionado personaje.

Por si fuera poco, tuvo el honor de ser el fiscal que impartía el orden interno, quien tenía el poder de sancionar a sus colegas de profesión, pero de menor rango, bajo el manto de la decencia y honradez que le otorgaba el cargo. Incluso, capaz de pedir sanciones para los fiscales que se atrevieron a intervenir el local de “La Centralita”, el caso más sonado de corrupción en Áncash.

Precisamente, la actuación de Ramos Heredia como hombre fiscalizador del Ministerio Público sirvió para que el CNM cortara su cabeza, mientras los criteriosos fiscales supremos, a excepción de Pablo Sánchez (Fiscal de la Nación encargado), le consideraron el más idóneo para asumir el máximo cargo de la institución. Saquen su cuenta qué tipo de personas manejan la defensa del Estado.

La salida de Carlos Ramos, quien tiene cinco días para apelar al fallo del CNM -aunque su ejecución es inmediata-, significa, entre otras cosas, que la mayoría de fiscales supremos tiene un criterio interesado. Esto conlleva a pensar que el nivel de desconfianza que pueden generar estos magistrados entre los peruanos, impedirá efectuar una buena labor en la defensa de todos nosotros.

Por eso, no es jalado de los cabellos pensar que muchas personas que se vieron afectadas por la labor de Ramos Heredia, exijan con derecho a que se revisen sus casos. Porque el daño no solo se lo ha hecho a él mismo mandando al tacho su carrera, sino que otros peruanos también salieron afectados por sus interesadas decisiones.