El insoportablemente celoso
El insoportablemente celoso

Hace varios años tuve un enamorado con el que incluso tenía planes de casarme, tener hijitos y vivir por siempre felices. Él era un chico alto, moreno, de ojos grandes y bonitos, sonrisa simpática, cuerpo atlético, bastante detallista y caballero (de esos que te abren y cierran siempre la puerta del carro, de los que te llevan y recogen de cualquier lugar o te sorprenden de vez en cuando con románticas cartas de amor) Además era un tipo muy disciplinado ya que pertenecía a una importante fuerza armada del Perú (y cuando vestía de blanco lo hacía con mucho orgullo) Muy estudioso, inteligente y por si fuera poco provenía de una familia unida y bastante tradicional. Parecía el hombre perfecto, ése que imaginamos todas las mujeres desde niñitas, cuando nos leen el cuentazo del príncipe azul….

Pero como no todo lo que brilla es oro, el hombre maravilla tenía un defecto por el cual mi vida cambió radicalmente durante esos años de relación: era ¡insoportablemente celoso!

Recuerdo que a mis 21 años de edad, salir a divertirme como cualquier chica de esa edad, o reunirme con mis amigas y amigos para tomar unas chelitas, o inclusive ir al cine con mi hermana, eran situaciones que al chico en cuestión le molestaban (y mucho). A veces, mientras manejaba y conversábamos, de un momento a otro y sin explicación lógica, su humor cambiaba por completo. Después de preguntarle insistentemente (y por varios minutos) qué pasaba, me recriminaba por haber mirado con ojos de deseo a un chico que había cruzado delante del carro.

Fue en la fiesta infantil de una de sus sobrinitas en la que comencé a entender que el tema pasaba cualquier límite de lo normal. Era una fresca tarde de verano en la casa de sus padres. Toboganes inflados, niños corriendo, regalos por todos lados, olor a algodón de azúcar, un ambiente muy alegre y completamente familiar. De pronto una de sus primas cargaba y mostraba con ternura a su lindo bebé junto a su esposo. Obviamente llamó mi atención y me acerqué para contemplar al recién nacido y felicitar a la feliz pareja. Cuando regresé al lado de mi ex enamorado, me encontré con un tipo bastante molesto. Después de discutir por largo rato (llamando la atención de toda la gente) finalmente me dijo…” ¿Tú crees que no me di cuenta de cómo mirabas al esposo de mi prima cuando te mostraba a su bebito?” Les juro que quedé en shock.

Fue así que las discusiones se volvieron constantes y optamos por abandonar cualquier tipo de salida a fiestas, discotecas o eventos con mucha gente para evitarlas.

Hasta que un día se me presentó una importante fiesta de trabajo a la que no quiso acompañarme, concluyendo la pelea que tuvimos con un tajante: “Y si vas sola, terminamos”. Ese día finalmente terminé de abrir los ojos y la relación (gracias a Dios) se acabó. Después de algunas lágrimas propias de una chica confundida que extraña los momentos que pasábamos juntos, me sentí como una niñita a la que habían tenido castigada por mucho tiempo, que comenzaba a descubrir que existía un mundo allá afuera. Pasé dos años sin involucrarme con nadie y considero que fue sumamente importante esa etapa, ya que sirvió para poder desintoxicarme de toda la inseguridad que dejó en mí (y es que cuando estás con alguien tan celoso, sin darte cuenta comienzas a contagiarte de todas sus inseguridades). Además aprendí a conocerme, entendiendo que el hombre con el que pasaría el resto de mi vida tendría que ser alguien que por nada del mundo ponga freno a mis planes y sueños. Una persona que comparta conmigo diferentes momentos y con distintas personas. Alguien que no tuviera en su vocabulario frases como “no puedes hacer esto” o “¿qué me estás escondiendo?”.

Hace pocos años me enteré que el insoportablemente celoso estaba a punto de divorciarse ¿La razón? Descubrió que su esposa le había sacado la vuelta con su jefe del trabajo… ¡Cosas de la vida!