Desde hace semanas el Perú viene siguiendo el juego de Vladimir Cerrón. No sólo la prensa y los ciudadanos, sino también la oposición se ha dejado manipular por la ruta planteada desde la cabeza maligna de este delincuente. En segunda vuelta su objetivo fue engañar y confundir para evitar que se conociera la verdad de su organización criminal. Así utilizó a “traductores” y “cómplices útiles” para lograr su primer objetivo: llegar a Palacio de Gobierno. Mientras algunos nos desvivimos explicando el funcionamiento de la mafia, su financiamiento e inclusive sus planes totalitarios, la mayor parte de la prensa jugaba el juego de Vladimir y caía en el inexistente deslinde o en la supuesta moderación.
Ahora Vladimir Cerrón plantea otro juego: la disolución del Congreso para la convocatoria de la Asamblea Constituyente. Para ello ha preparado el peor gabinete en la historia del Perú. Este Consejo de Ministros está liderado por un defensor de terroristas y participante de “Los dinámicos del centro” e integrado por personajes cuestionados sin experiencia y sometidos a las órdenes de Cerrón. Esto porque necesita desesperadamente que el Congreso niegue la confianza, dos veces, a sus terribles propuestas de gabinetes para así disolver el parlamento.
Propongo, entonces, no jugar el juego de Vladimir Cerrón y pasar a reaccionar poniendo nosotros las reglas del juego y obligarlo a cambiar sus planes. Para ello, el Congreso debe darle la confianza al gabinete Bellido sin perder más tiempo ni caer en provocaciones. Posteriormente, proceder a interpelar a Guido Bellido y hacerlo responder públicamente por cada audio suyo con el prófugo Arturo Cárdenas, así como por sus declaraciones proterroristas. Las acciones de control político no deben parar ahí, sino ampliarse a cada ministro con cuestionamientos o denuncias y, de ser posible, enviarlos a su casa. Propongo que el Congreso asuma el liderazgo y no solo se defienda de la ofensiva cerronista.