La expresión “lobby” a diferencia de lo que muchos creen, no se refiere a un concepto obscuro e ilegal, significa vestíbulo de entrada. La famosa Cámara de los Comunes era el lugar donde cientos de personas entregaban solicitudes a sus representantes; asimismo, en la Unión Europea, existen en la actualidad inscritas más de 8,000 instituciones, sindicatos, bufetes de abogados, ONGs, e instituciones religiosas que lo practican. “Lobbying” no significa corrupción ni tráfico de influencias. Al contrario, es una herramienta que bien usada empodera a los ciudadanos y a las empresas para intervenir en los asuntos públicos.
Para practicar el “lobby” hay en el “primer mundo” una regulación muy estricta en relación con la transparencia y ética aplicables a esta actividad. Respecto a la primera, se exige claramente saber quiénes son, qué objetivos tienen, qué les interesa y cuáles son claramente sus propuestas. Para ello es requisito fundamental que tengan el derecho a acceder a toda la documentación de las instituciones del Estado y estas estarán en la obligación de proporcionarla, salvo que perjudiquen el proceso decisorio de dicha institución. Pero también es fundamental dar incentivos para que estas empresas o personas se inscriban en el registro de transparencia porque ello implica la obligación de respetar un código de conducta.
En el Perú la ley que regula el “lobby”, aunque parezca un chiste de mal gusto, fue dada en el gobierno de Alejandro Toledo y reglamentada en el gobierno de Vizcarra, ambos mandatarios severamente cuestionados; sin embargo estas normas no han dado ningún efecto especialmente en la lucha contra la corrupción. La razón es que estas normas se encuentran más centradas en obligaciones de los funcionarios públicos que en dar incentivos para la transparencia de los agentes privados. Por eso es que muchos funcionarios le sacan la vuelta a la ley haciendo sus “acuerdos” en domicilios particulares como el pasaje Sarratea. Es allí donde no les alcanza la normativa legal y se transforman por arte de “birlibirloque” en verdaderos cómplices de actividades ilícitas encubiertas como supuestas actividades sociales o familiares.