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Apoco menos de dos meses para fin de año, aún existe un grupo de alcaldes y de gobernadores quienes esperan que surja algo que les permita ir a la reelección aunque la ley lo prohíbe. No les interesa considerar que su objetivo no solamente resulta imposible, sino que es un despropósito apelar a una “interpretación auténtica”, tal como lo hizo el expresidente Alberto Fujimori cuando tentó la reelección en 1996, lo que originó la salida de magistrados del Tribunal Constitucional. ¿Qué es lo que persiguen estas autoridades? A estas alturas de las gestiones en los gobiernos locales, la respuesta es evidente. La imposibilidad de ejecutar gestiones positivas en sus comunidades y la pretensión de mantenerse en el cargo a cualquier precio demuestran únicamente el afán de estas personas por llegar al poder, sin propuesta, sin equipo y, lo peor de todo, sin capacidad.Estos son los puntos en los que debería centrarse la discusión pública acerca de la reelección y del proceso electoral en general; es decir, debería dirigirse la mirada hacia quienes pretenden ocupar cargos públicos, con el objetivo de ser mucho más exigentes, desde los partidos políticos, al momento de seleccionar a sus candidatos.En esta tarea, la intervención ciudadana es fundamental. Urge demostrar el descontento, de forma alturada, a fin de evidenciar la fallas o las carencias de los gobiernos locales y regwionales, para poner en claro las necesidades y las exigencias de los ciudadanos; y, sobre todo, con el propósito de conseguir los mejores cuadros para los comicios.