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Ya conocido el problema en el que nos ha metido Pedro Pablo Kuczynski, por su capacidad para mentirle al país y su incapacidad para aceptar la verdad, nuestra preocupación va en el sentido de quién liderará la reconstrucción en el norte. Si es que el jefe de Estado no llega a fin de año, es muy probable que la inversión pública también sufra un grado de tensión o estancamiento.

El panorama, créanme, es muy sombrío, negativo y perturbador en el ámbito político; y por ende en el social-económico. Por eso preocupa que, con una oposición en el Congreso de la República pidiendo la cabeza del Mandatario, esta tensión no vaya a parar hasta que alguna cabeza ruede. Y esta parece tener los nombres y los apellidos del Presidente.

Para Pedro Pablo Kuczynski, las horas deben parecer interminables. A más tiempo, empeora su situación. En el transcurrir de la tarde de ayer, los fujimoristas, los apristas y la gente del Frente Amplio pedían su salida del cargo por incapacidad moral. Y las firmas seguían, mientras otros grupos, con más cautela, esperan la respuesta de PPK. ¿Ya para qué?

El presidente de la República quiere responder recién hoy a la comisión “Lava Jato”, cuando ya el público sacó su conclusión y lo tilda de mentiroso. Si Odebrecht no le hubiera pagado cuando era ministro en la era de Toledo, el hoy Mandatario ya hubiera puesto los puntos sobre las íes en tantos mensajes a la Nación o sus conocidos tuits. Pero, nada. Creo que su verdad es insostenible.

Hay que invocar, entonces, a que este mismo Congreso aparte la paja del trigo. Si bien es válido que, antes de declarar su vacancia por incapacidad moral, pida la renuncia de PPK, también es necesario que, sea cual fuere el nuevo escenario político, no descuide y mantenga los proyectos que el norte necesita para afrontar un posible periodo lluvioso o de huaicos.