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En las próximas horas, el presidente Pedro Pablo Kuczynski habrá terminado de formar el llamado “gabinete de la reconciliación”, que nos permitirá a los peruanos, a través de los rostros que veamos al momento de su toma de juramento en Palacio de Gobierno, conocer el rumbo que tomará un Poder Ejecutivo que en el último año y medio no ha mostrado un claro derrotero, lo que se traduce en la debilidad de un régimen al que aún le faltan tres años y medio en el poder.

Los rostros del gabinete nos permitirán saber si estamos realmente ante un equipo capaz de tender puentes, que es lo que se necesita, o si vamos entrando a una política de enfrentamiento con el fujimorismo, tal como lo deslizó el Mandatario un día antes de presentarse ante el Congreso para evitar su vacancia. En esa oportunidad, al lado de sus dos vicepresidentes, el jefe del Estado casi le declaró la guerra a la oposición.

Sin embargo, luego de salvarse de la vacancia, el escenario cambió radicalmente, pues el Mandatario no fue sacado del cargo gracias a los votos que le consiguió Alberto Fujimori a través de su hijo Kenji, a cambio del indulto que se dio unas horas después. ¿El Ejecutivo seguirá con su política de confrontación? ¿La bronca ahora es solo con los “keikistas” y no con los “albertistas/kenjistas” que cuentan con al menos diez votos en el Congreso?

El Gobierno debe apostar por el tendido de puentes hacia las otras fuerzas, más allá de lo que aconsejen los “halcones” que por estos días ya deberían estar alejándose del entorno presidencial, incluso si eso implica para ellos dejar la mamadera del Estado, esa que tanto les ha gustado siempre. Ministros, viceministros, funcionarios, asesores, consultores y embajadores políticos, todos deberían dar un paso al costado.

El indulto se concretó de una forma en que jamás debió darse. Eso ha generado una gran crisis, pero esta se irá reduciendo si desde el Poder Ejecutivo se trata de hacer una aproximación hacia todas las fuerzas políticas, sin distinción. La declaratoria de guerra del Mandatario del 20 de diciembre por la noche debe quedar ahí, quizá como producto anecdótico del calor del momento. El Perú necesita reconciliación de verdad.