Es una lástima que el gobierno del presidente Pedro Pablo Kuczynski haya tenido que llegar al extremo de solicitar la cuestión de confianza ante el intento de censura a la exministra de Educación Marilú Martens, cuando queda claro que los cambios formalizados ayer en el gabinete, y que eran más que necesarios, pudieron realizarse meses o semanas atrás sin hacer tanto ruido, lo que genera inestabilidad y muy mala imagen al país.

Desde hace tiempo era evidente que hacía falta refrescar el gabinete. El expremier Fernando Zavala, un brillante profesional y técnico, estaba fuera de juego por su pobre desempeño político. Lo mismo sucedía en Salud, en que la titular del sector hace tiempo debió ser relevada. El dengue desatado tras El Niño costero era la mejor evidencia. En Justicia y Derechos Humanos ocurría algo similar, luego del escándalo de las procuradoras.

Si miramos Educación, hace tiempo debió hacerse el cambio, pues Martens demostró que el gran lío de la huelga de docentes la sobrepasó. Y en medio de todo, parece que lo afirmado por el Gobierno, en el sentido de que a la exministra la cuestionaban por la “política educativa” que personificaba, no era tan cierto, pues el actual titular, Idex Vexler, en muchos casos ha discrepado públicamente de ella.

Ayer ha asumido funciones el equipo ministerial a cargo de Mercedes Aráoz en medio de los habituales cuestionamientos que son parte de la democracia y las libertades que rigen en el Perú. El nuevo gabinete está en la obligación de dar un golpe sobre la mesa y enmendar errores de esta administración que están pasando la factura a los ciudadanos de a pie, especialmente en los sectores Educación y Salud.