Donald Trump fue a la ONU, decidido a arremeter contra la globalización, Irán y Venezuela y a visibilizar el elevado interés estadounidense por Colombia. Lo voy a explicar. Para nadie es un secreto que desde que llegó a la Casa Blanca, en enero del 2017, el magnate neoyorquino ha mantenido un discurso de rechazo hacia las implicancias y consecuencias del fenómeno de la globalización en el sistema internacional. Frente a una sociedad interestatal global en la que las fronteras comenzaron a desaparecer, Trump levantó la bandera del proteccionismo, convirtiéndose en el defensor de la idea de patria y del enorme valor del nacionalismo en el sentimiento nacional, priorizando y privilegiando al Estado-nación por sobre todas las cosas. Una suerte de egoísmo estatal propio de Estados que solo validan la acción unilateral para alcanzar el desarrollo con total prescindencia, casi hasta el desprecio, por los bloques y otros actores asociados, comenzando a liquidarlos, como fue con el TPP y el NAFTA. Guste o no, eso fue lo que encantó a los gringos pobres de su país, que esperaban un presidente que reivindicara a la gran nación americana, llevara adelante el sueño americano y siempre de la mano del “Destino Manifiesto”, el fundamento doctrinario inscrito en el imaginario colectivo de los americanos, como suelen llamarse casi automáticamente los propios estadounidenses, olvidando que también lo son todos los pueblos de América. Esa filosofía, aunque írrita para la inmensa mayoría de los asistentes durante su alocución en la Asamblea General, que soltaron risas mientras el mandatario relievaba sus éxitos gubernamentales, le está permitiendo contrarrestar los imparables ataques de sus detractores políticos en Washington. Trump, para proyectar la hegemonía del país, ha advertido a Irán que pronto reactivará las sanciones económicas sobre la nación persa, y a Venezuela, que su régimen podría ser derrocado en un santiamén. Finalmente, su deliberada reunión con el presidente de Colombia, Iván Duque, no fue solo para abordar la política antidrogas, sino para disuadir políticamente a Venezuela, por la alianza con su vecino -nexo geopolítico idóneo-, a fin de precipitar su caída.