El otro enemigo
El otro enemigo

Si hay un enemigo silencioso en el país, que supera a la inseguridad ciudadana, es el daño casero al medio ambiente, precisamente, por parte de la acumulación de desechos que afectan nuestra tierra, el mar y los ríos. Muchos criticamos la contaminación minera, pero pocos tomamos consciencia de la basura que generamos y del final que tiene esta. ¿Alguna vez nos hemos preguntado a dónde van los desperdicios y qué hace la municipalidad con ella?

Las ciudades de Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad y Chimbote no escapan a este problema. Aunque suene increíble, en pleno siglo veintiuno, es nuestro mismo suelo el que sirve de baño gigante para recibir nuestra basura o, en el peor de los casos, de alimento para los gallinazos sin plumas contemporáneos, esos que mencionaba en su libro Julio Ramón Ribeyro en 1955.

Son 60 años desde la creación del cuento y nuestra realidad parece ser un capítulo más del célebre escrito donde los hermanos Efraín y Enrique rebuscaban comida para alimentar al cerdo que era criado por su abuelo Santos. ¿Qué ha cambiado desde aquella época hasta la novela de nuestros días? Pues, no mucho. Seguimos dándoles ganancias a un grupo de traficantes de basura que pudren honras de familias enteras con tal de que sirvan a sus intereses a cambio de algunas monedas.

Ante todo eso, las autoridades de turno solo han hecho promesas para redondear sus campañas, entre las cuales resalta la planta de tratamiento para los residuos sólidos, una planta que se marchita con el tiempo porque solo queda en estudios. Algunas mentes municipales que solo ven votos en la gente, consideran que invertir en un relleno sanitario no genera puntos políticos, pero se enceguecen al no ver esto, también, como un negocio.

Algo hizo Trujillo en la gestión edil pasada, promoviendo la cultura del reciclaje, aunque pocos sabemos las cifras reales del ingreso y egresos, cuando su resultado hubiera servido de incentivo para ser líderes en este proceso. En Piura, Castilla, los problemas surgieron porque los funcionarios quisieron establecer un relleno sanitario cerca de la civilización. A su vez, en Chimbote, la alcaldesa Victoria Espinoza viene paseando el tema, mientras en Tumbes y Chiclayo sabemos que las anteriores autoridades no pueden responder al tema al estar con líos legales.

Dirán que importa más la contaminación minera porque es a gran escala al afectar suelos y ríos, pero se estima que cada poblador genera 20 kilos de basura sólida por mes, y, en Lima, sus 25 distritos logran 100 toneladas de basura al día. ¿Se imaginan cómo estamos en provincia, donde las autoridades ni saben qué hacer con tanta inmundicia?