Voy a ser sincero, nunca pensé que un pronunciamiento de Kenji Fujimori podría alegrar a gente que no sea fujimorista. Aunque sus palabras sean calculadas políticamente hablando, el hecho de contradecir a la poderosa bancada de Fuerza Popular, que rehuía a conformar una comisión investigadora sobre los presuntos abusos sexuales en el Sodalicio, no dejan de ser razonables.

Más franco aun, una vez conocida la postura del grupo Fuerza Popular, de darle la espalda a las víctimas de los líderes de esta congregación cristiana, dudaba mucho que alguien pueda hacer recapacitar a sus integrantes, salvo algún mandato de su guía Keiko Fujimori.

Y aunque Luis Galarreta, el vocero naranja, haya dicho ahora que analizarán la aprobación de esta comisión investigadora a pedido de la mayor de los Fujimori, es difícil creer que no le haya remecido lo siguiente: “¡Nauseabundo! No se debe blindar a un presunto abusador sexual. El tema (Luis) Figari no fue debatido en la bancada de Fuerza Popular ¿Quién encubre a Figari?”. Palabras de Kenji.

Más allá de la acción del menor de los Fujimori, habría que analizar el papel del congresista más votado del país a la interna de Fuerza Popular y recordar algunas de sus declaraciones en el fragor de la última campaña electoral. Claro, el benjamín del dictador es su vivo retrato en la forma de hacer política, por lo que reclama un sitial más preponderante en la organización.

La construcción de un personaje con aspiraciones al 2021, nos guste o no, va en camino. Por eso es que el único político capaz de reducirle y partirle la votación a Keiko Fujimori es, precisamente, su hermano. ¿Para quién juega Kenji? Pues para su propia candidatura, la cual deberá pelear en elecciones internas reales, si es que logra convocarlas.

Por lo demás, Fuerza Popular ha demostrado que tan sólido no es, que toma posiciones a la ligera, que temas de índole social como supuestas violaciones no le interesan a Keiko Fujimori. Aunque cueste creerlo, Kenji se ha impuesto sobre los 72 parlamentarios naranjas.