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Han sido días difíciles para la institucionalidad democrática de nuestro país. La clase política no ha sabido estar a la altura de lo que la ciudadanía espera. Por ello, en las calles suena fuerte esta frase: #QueSeVayanTodos. Yo creo lo contrario y, como varias veces lo he expresado, creo que lo correcto es decir #QueVenganTodos, pues en nuestra política es necesario contar con los mejores: los más virtuosos, los más honestos y los más capaces. Creo que solo así podrán cambiar las cosas.

Un cambio fundamental pasa por tener una reforma profunda de las actuales reglas electorales. Mientras sigan vigentes, nada cambiará y esta frustración continuará. Necesitamos un sistema electoral que premie las ideas y no a quien tiene más dinero. Un sistema electoral que responda a los ciudadanos y sus expectativas. Un sistema electoral que evite que la minería ilegal, el narcotráfico o las universidades estafa puedan construir impunidad a través del financiamiento a los partidos. En consecuencia, creo que el nuevo Ejecutivo tiene que enfocarse en estas reformas con un debido acompañamiento del Congreso de la República, y deben ser su prioridad número uno.

Dejemos de estar perdiendo el tiempo con declaratorias de interés que no tienen correlato en la realidad. Dejemos también de plantear reformas populistas, como la prohibición de reelegir congresistas, que no se respaldan en evidencia. Dejemos de repetir que el actual modelo económico ha causado esta crisis, como si la corrupción estructural no hubiese existido antes de la Constitución de 1993. Centrémonos en estas reformas.

Es tiempo de unirnos, pues nuestra frágil democracia exige cambios. Seamos serios. El país espera.