La inesperada expectativa mundialista de Perú de estos días ha generado una ola inusitada de apasionamiento patriótico, más allá incluso de lo futbolero. El problema es que esa ola de entusiasmo puede revertirse en una nube gris de pesimismo nacional si no se logra la clasificación. Es bueno recordar que, en el partido decisivo, nos enfrentaremos a una de las selecciones sudamericanas más ranqueadas mundialmente de las últimas tres décadas. Y que la última vez que los vencimos en Lima en una Eliminatoria fue con los goles de Barbadillo y Uribe hace 36 años.

Sin duda, podemos ganar a Colombia. Pero nadie podrá decir seriamente que cualquier otro resultado también es posible. Argentina tiene más posibilidades de ganar a Ecuador en Quito, ya eliminado y con el local alineando a juveniles. Ni qué decir del aguerrido Paraguay, que recibe a Venezuela. Por mencionar a dos que nos pueden sacar de zona de clasificación. Y el empate no nos sirve. Nuestra más fuerte carta de optimismo es que Ricardo Gareca logró imponer su discurso y lograr el equilibrio de liderazgo y disciplina indispensable en el grupo. Perú funciona ordenadamente, como si Gareca lo manejara desde un tablero de Playstation. Si volvemos a ser ordenados, serenos, atentos y estratégicos, podemos ganar a Colombia. Entre tanto, ya le cargan a este equipo responsabilidades en la estabilidad política del país, en la reactivación del consumo interno para dinamizar la economía y hasta en el indulto a Fujimori. No les endilguemos a estos chicos la obligación de curarnos de nuestras frustraciones con la política o con lo mal que funcionan muchas cosas aquí. Nuestra tarea de desarrollar el Perú seguirá aquí, vayamos o no a Rusia. Y ese sí es el partido clave que debemos ganar. Y ganarlo todos. ¡Arriba Perú!

TAGS RELACIONADOS