El presidente Pedro Castillo Terrones también vive una situación extremadamente embarazosa. Conchabado con Vladimir Cerrón, su padre putativo, ha gestado el peor gobierno de la historia contemporánea, ni más ni menos. En apenas un año y pico, ya parió sin cesárea seis investigaciones fiscales que ahora están yuxtapuestas para, de una vez por todas, probar que es la mano que mece la cuna de una supuesta organización criminal enquistada en el Estado.
La sonaja acaba de ponerla la titular del Ministerio Público, Patricia Benavides, con una bien sustentada denuncia constitucional que finalmente originó que el profesor chotano, seguramente asesorado por el canciller César Landa y su retahíla de ministros sobones, acuda casi gateando a la OEA del partero (no dije patero) Luis Almagro para que se active el andador de la Carta Democrática y, de esta manera, seguir prendido de la mamadera y las mieles del poder.
Y no se trató de un caso de pseudociesis o embarazo político fantasma. Claro que no. Castillo dio a luz a la mediocridad con nombre y apellido, tanto así que precisamente sus “Niños” multibancadas, aquellos que juegan en la guardería del Congreso, le han salvado el pellejo ante las mociones de vacancia por incapacidad moral permanente. A buena hora, la Comisión de Ética empezó a sacarlos de la incubadora con 120 días de suspensión, sin pago de haberes, a dos de ellos.
Los otros padrinos de este fatídico alumbramiento ya están identificados, empezando por el premier Aníbal Torres, que a diario, chocho como un abuelo, carga el biberón de que al inquilino de Palacio lo discriminan por su origen y ser un maestro del campo. Tanto o más falso como el cheque ofrecido a los niños con cáncer.