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Es impresionante cómo en estos tiempos, gracias a las influyentes redes sociales, todos creen tener el derecho de opinar de lo que saben poco, y lo más alucinante es que, amparados en su ignorancia, dan certeros análisis y llegan a contundentes conclusiones sobre la vida y trabajo de alguien con una autoridad que sorprende. Pobres directores de cine, músicos, cantantes, conductores de televisión, actores, todos ellos siempre van a tener a “sabelotodos” que desde el smartphone o desde la laptop pretenden decir lo que hay que hacer. Cada día, cada semana, es empezar de nuevo, una nueva “víctima” a la que hay que darle duro, atacar, desollar hasta quedar satisfechos y elegir a otra. Nada de empatía, menos análisis, cero ponerse en los zapatos del otro. “Vale todo”: esa parece ser la regla. Y pobre que contestes, no hay defensa que valga, serás aniquilado. Una de las que recibió ataques de todo tipo en las últimas semanas fue Wendy Sulca, cantante que empezó su carrera siendo una niña amparada por unos videos que la convirtieron en un fenómeno en YouTube que ni ella mismo imaginó. ¿Cuál fue su pecado? Pues en una determinación que marcaba una nueva pauta en su trayectoria, decidió sacar de su cuenta (no de la red, donde aún están) los videos de “La tetita” y “Cerveza, cerveza”. No pasaron unos minutos y empezaron con la cantaleta de que la joven tomaba esa actitud porque “sentía vergüenza de sus raíces”, entre otras perlas. Lo más simple otra vez, lo más elemental, es concluir que una artista toma una decisión porque quiere darle la espalda a una etapa que “quiere olvidar”. No entienden que hay rumbos que los cantantes deben seguir y que exigen desligarse de otros, pero que eso no significa que reniegue de ellos. Ejemplos en el mundo de la música hay millones y tendríamos que escribir cien columnas para reseñarlos. Los mismos que la critican por eso se burlaban años antes de una pequeña niña que con su inocencia y unos simples elementos visuales salía del anonimato. ¿Hay que hacerles caso? No, ya es hora de que se deje de darle crédito a quienes no entienden más que sus propias mezquindades. Eso no quiere decir que no sea válida la crítica certera, el señalar errores o decir simplemente que no nos gusta tal o cual figura del mundo del entretenimiento; eso es válido y necesario. Más bien deberíamos dejar de tomar en cuenta a los que tienen solo el veneno en la lengua y nada en el cerebro. A esos, solo de lejitos.