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Desde hoy, todos los gobiernos regionales y municipalidades del país cuentan con nuevas autoridades, todas ellas legítimamente elegidas en octubre y diciembre, y es de esperarse que todos ellos estén a la altura de las exigencias, tanto en la gestión en sí como en materia de honestidad, que es lo que se reclama luego de los escándalos de los que hemos sido testigos.

Sería bueno que desde el inicio, la Contraloría General de la República esté muy atenta con las nuevas gestiones, a fin de que actúe de manera preventiva y no una vez, de ser el caso, que los delitos han sido consumados y las autoridades ya hasta han logrado escapar, dejando abandonadas sus administraciones que se vuelven incapaces hasta de recoger la basura o controlar a los ambulantes.

No podemos seguir siendo testigos de casos como los protagonizados por esos alcaldes a los que sacaron de madrugada de sus casas, y en pijama, por ser parte de organizaciones criminales. Las irregularidades deben ser detectadas desde un primer momento, tanto de los gobernadores y alcaldes como de los funcionarios que ellos designan.

Los retos de las nuevas autoridades son muy grandes, pues también tienen la responsabilidad de demostrar que las corruptelas y delitos desde la gestión pública son cosas del pasado, y que los peruanos sí tenemos la posibilidad de contar con autoridades honestas que llegan a sus cargos para trabajar y no para llenarse los bolsillos.

Los cuatro años que vienen, ojalá, sirvan como un punto de inflexión respecto a lo visto hasta el momento. Es el gran deseo de Correo para este 2019.