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Hace unos días, propuse que el Perú implemente la Alerta Amber. Este sistema permite alertar a la comunidad cuando ocurre la desaparición de un menor. Se hace a través de celulares, internet, radio, televisión, difundiendo toda la información disponible para identificar al menor y al secuestrador. Amber fue creado en Estados Unidos hace 22 años y ha permitido rescatar a más de 900 niños.

Mi propuesta fue difundida por redes sociales y generó interés en el Ejecutivo. Incluso conversé con la Ministra de la Mujer sobre la implementación, que no requiere de nuevas leyes. Y así, en pocos días, el Gobierno hizo suya la idea y anunció que contaremos con la Alerta Amber.

Esta buena experiencia me lleva a la siguiente reflexión. Creo que a veces olvidamos el poder de las ideas nuevas y nos dejamos llevar por los lugares comunes existentes. En esta terrible crisis de abuso de menores, se ha instalado la noción que el único camino para acabarla es endurecer el castigo a los criminales. Nos hemos encerrado en soluciones punitivas y olvidamos otras variables. Lo punitivo es necesario, pero no es la solución completa: necesitamos evitar los abusos, no solo castigarlos.

Esta idea busca eso: “salir de la caja” y plantear alternativas para proteger a nuestros niños. Y necesitamos más ideas, que vayan incluso antes: ¿qué hacer para que no haya tantos abusadores en nuestro país?, ¿qué hay que trabajar desde la salud mental, desde la escuela, desde las familias? Veamos experiencia comparada, analicemos evidencia, involucremos a las universidades. Esta debe ser una tarea colectiva: las ideas son poderosas y pueden cambiar la realidad.

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