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En mi gestión como ministro de Educación, comentaba con mis colaboradores la satisfacción de que el sector hubiese desarrollado mejoras salariales a los docentes, directores, auxiliares de educación y promotoras de inicial. Y que era necesario buscar una alternativa de mejora para el personal administrativo, sobre todo de los colegios. Comenzamos una gestión -que lamentablemente por razones políticas quedó trunca- para generar un bono especial al comienzo del Año Escolar 2018 para este grupo de servidores públicos. La razón principal era sus bajos haberes y que, en el caso de los que trabajaban en las instituciones educativas, eran los únicos que no habían sido atendidos. Para argumentar la necesidad de que se atendiera mi pedido, tomaba como ejemplo el rol fundamental que cumple el portero/la portera.

Ellos son personas que están atentas al ingreso y salida del local escolar de docentes, padres de familia, visitantes y estudiantes. En ellos radica la confianza de los directivos para que actúen con responsabilidad, buen trato, flexibilidad y respeto. Ellos velan por la seguridad en el acceso y salida de los alumnos. Están, muchas veces, una gran cantidad de años en esa función, y por ello establecen vínculos de respeto, familiaridad y aprecio con los actores escolares.

En mi trayectoria docente, recuerdo con aprecio a los trabajadores administrativos de los planteles donde he trabajado. Aún están presentes en mi memoria, entre otros, los porteros de los colegios Ignacio Merino de Talara (Piura), Fe y Alegría de Comas y Miguel Grau de Magdalena, en Lima. Todas las semanas que visito planteles hago notar a ellos y a los colegas directores y docentes la importancia del rol educativo que juegan estos trabajadores. Los ministerios de Educación y Economía deben tenerlos presente a ellos y a todos los trabajadores administrativos del sector Educación.