La interpelación del ministro de Justicia, Gustavo Adrianzén, estuvo plena de reconocimientos para la procuradora del Estado contra Lavado de Activos, doctora Julia Príncipe Trujillo. No podía ser menos para quien al frente de una institución tan delicada ha sabido demostrar temple, honestidad y fuerza moral, con un espíritu de altísima calidad que tanta falta hace en nuestros políticos y funcionarios. La doctora Príncipe ha batallado solitariamente con cientos de investigaciones, muchas asociadas a intereses económicos y políticos con gente muy poderosa que teje redes de influencias, presiones y dineros que corren. Lo sabemos bien quienes hemos pasado por la función pública, hemos visto cómo surge la exigencia de condescendencia o complacencia, de mirar a otro lado mientras usufructúan el botín. Muy pocos perdonan la colisión personal con la ley. Cuando hay poder, se exigen privilegios e impunidad, como lo estamos viendo con las agendas de Nadine Heredia. El botín del Estado da para muchas manos y pocos entienden a la gente honesta, que escapa a la tentación de robar o esquilmar capitales públicos. Menos aún que se defiendan los intereses del Estado al precio del propio bienestar personal y familiar, como lo hace Julia Príncipe con un coraje y dignidad a prueba de presiones y de balas. Por eso pudo batallar contra la red Orellana y contra otros delincuentes de peso en ardorosas contiendas legales por las cuales no ha sido felicitada. Tiene múltiples denuncias, a las que se agrega la reciente inexplicable investigación de la que informó el ministro de Justicia. Ni el mismo Estado valora su honestidad. Está en la mira de los que han recibido su rigor, expuesta y amenazada en lo que más ama, pero no al punto de permitir que la silencie el poder de turno. En plena judicialización de la política, la independencia es un valor. Los procuradores deben ser autónomos y no depender del Ejecutivo. Ni venales, ni sumisos, ni silentes, ni amedrentados, los magistrados, incluidos los del Tribunal Constitucional, tienen en Julia Príncipe Trujillo un modelo a seguir.

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