1° FUNDAMENTO JURÍDICO: El artículo 115° de la Constitución se preocupa porque no haya vacío de poder en el Perú, porque eso es lo relevante para un Estado, pues si lo hubiera podría prosperar la anarquía. Por tanto, hay que mirar el sentido de la norma, lo que la doctrina denomina “Espíritu de la ley”. Es verdad que la norma constitucional no dice literalmente que el presidente del Congreso se encarga del despacho cuando el jefe de Estado sale del territorio nacional pero al no contar con primer y segundo vicepresidentes -el primero asumió la presidencia por cadena de mando ante la renuncia del presidente anterior y la segunda renunció por su propia voluntad-, se debe recurrir a la interpretación extensiva propia de la constitucionalidad, siempre pegada al espíritu de la ley que busca evitar el VACÍO DE PODER. El error está en mirar a la norma constitucional con ojos del principio de legalidad idóneo pero no exclusivo en los fueros del derecho penal y desnaturalizado por el vil “papelito manda”. Siempre habrá hechos que no están literalmente señalados en la Constitución pero el hecho social o político de la vida en un Estado se impone y debe ser regulado: Ej., Valentín Paniagua fue elegido presidente del Perú sin que lo dijera expresa ni literalmente ningún artículo de la Constitución. Por tanto, la norma jurídica depende del hecho social y no al revés. 2° FUNDAMENTO POLÍTICO: El poder dentro y fuera del Estado se ejerce por personificación y por representación solamente por el presidente de la República (Art. 110). Ante comprensible exclusividad, los demás peruanos solo podemos aspirar a la representación de nuestro país y aquí están incluidos el canciller, ministros, congresistas y nuestros diplomáticos. Por tanto, la personificación del Estado que nadie podrá ejercer sino el presidente mismo: ej., ante la Asamblea General de la ONU o ante el Foro de APEC, no se da por capricho sino por el INTERÉS NACIONAL. Otra respetable y por solo representación, jamás será igual desde la política internacional donde el poder se mide por la asistencia y se desprecia y ningunea por la ausencia. No olvidemos los dos frentes del Perú: interno e internacional. El nuevo Congreso debe ser responsable y pensar en los intereses del país.