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Las decisiones del juez Richard Concepción Carhuancho siguen generando reacciones en la coyuntura política nacional. Es cierto que hay más sensación que información legal; sin embargo, la polémica en torno a los fallos del magistrado se prolonga y le brinda protagonismo.

“Hay que tener mucho cuidado y profesionalismo en las decisiones que se tomen, porque pueden generar la pérdida de confianza de la ciudadanía en la correcta función de un poder del Estado”, sostuvo el presidente de la República, Martín Vizcarra, a propósito de las medidas aparentemente contradictorias del juez durante el último martes sobre el caso de la incautación de bienes del expresidente Ollanta Humala y de sus familiares.

En nuestro país, donde la gente está desbordada por el activismo, esta situación solo acentúa la fragmentación del Perú. Muchos están enfrascados en una discusión con nombres propios y se tiran culpas con ventilador.

Por un lado, están quienes afirman que, más que fallos judiciales, Concepción Carhuancho realiza operativos políticos y que, además, sus actos no tienen nada que ver con argumentos legales, sino con sus egos. Por otro lado, se alinean quienes comentan que el juez convence por su transparencia, la fuerza de su personalidad y su convicción en la lucha frontal contra la corrupción.

Lo cierto es que Richard Concepción Carhuancho ha actuado en forma inflexible e impredecible en los fallos contra los expresidentes Alejandro Toledo y Ollanta Humala, y ello ha tenido gran repercusión. Es evidente que su gran apuesta es cambiar la imagen del Poder Judicial.