Más que ambicionar una mesa directiva del Congreso (2021-2026) multipartidaria, colorida, se necesita integrantes con voluntad de trabajo, despellejándose de intereses particulares. Con esto no quiero decir que los parlamentarios deban abandonar su función de fiscalización y control del poder para solo dedicarse a proponer leyes, sino que se enfoquen en sacar adelante al país y no obstruir para ganar cámaras.

De esta manera, los partidos con representación en el Parlamento deberían darle prioridad a la reconciliación nacional, a tender puentes con la ciudadanía, a conectar con los problemas del país; mas no echar leña al fuego con propuestas revanchistas que solo postergan nuestro desarrollo como nación. Derecha, izquierda, centro y otras variantes deberán ganarse su salario y no solo vivir de su representatividad.

Hay partidos como Fuerza Popular y Renovación Popular que tienen un camino marcado por la segunda vuelta y, sin duda, les será difícil ejercer una función sin sacarse la sangre del ojo. Otros, en cambio, como Alianza para el Progreso, Acción Popular y Avanza País jugarán a ser comparsa pensando en su propio interés. ¿Qué podemos esperar de estas bancadas que suman 75? Que se moderen, por ejemplo.

En cambio, habrá otros que, en el caso Pedro Castillo asuma la presidencia, podrían perder la brújula de sus funciones. Perú Libre será coro, mientras Juntos por el Perú, Somos Perú y Morado estarán alineados con el Ejecutivo. Suman 50, a la espera de que Podemos Perú (5), de José Luna, se ubique como cola de león. Si este último decide cruzar la acera habrá problemas.

La conformación de la mesa directiva no debería recaer en una bancada que ice la bandera de guerra, sino de la prudencia. Fuerza Popular tiene amplia experiencia en generar desencuentros políticos, así que Renovación Popular, que se perfila para manejar la agenda en el Legislativo, tendría que moderar su discurso sobreponiendo el interés nacional. Lo hace ahora, aunque le cueste tragarse el sapo.

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