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Desde los tiempos en que el célebre Alberto “Beto” Kouri salió a decir que el dinero que le dio Vladimiro Montesinos, en la salita del SIN, era para comprar un camión destinado a regalar pescado a los pobres, no se había escuchado algo tan gracioso como lo dicho el viernes pasado en el Congreso por Gabriel Prado Ramos, el exfuncionario edil de la gestión de Susana Villarán, quien figura como titular de una cuenta bancaria en la sospechosa Andorra.

Recordemos que en setiembre del 2000, el video del entonces congresista Kouri, elegido por el opositor Perú Posible para luego convertirse en fujimorista, originó la caída del régimen de Alberto Fujimori, pero antes el protagonista de la “histórica” escena nos salió con la alucinante historia del “camioncito” que solo se creyeron él y quizá sus abogados, pues igual tuvo que pasar varios años tras las rejas por corrupto.

Hoy tenemos al exfuncionario estrella del villaranismo, Gabriel Prado, afirmando que él jamás ha abierto una cuenta bancaria en Andorra, tal como lo ha señalado el diario El País de España, y que no sabe cómo así su firma y la copia de su pasaporte aparecen en una solicitud de apertura. Dice que él solo firmó un papel en blanco en una solicitud de empleo a una persona que no sabe quién es y que de ahí no sabe más. ¿Estamos ante un “Beto” Kouri II?

Luego de tantos años de experiencias indignantes relacionadas a actos de corrupción cometidos en las últimas décadas, los peruanos ya no estamos para payasadas, por lo que es de esperarse que de inmediato el Ministerio Público dé prioridad a este caso e investigue a Prado Ramos, quien por años fue el experto en seguridad del Instituto de Defensa Legal (IDL) que, dicho sea de paso, habría que ver qué dice sobre la cuenta de Andorra.

Si Prado Ramos es culpable de algún acto de corrupción durante el tiempo que trabajó para la gestión de Villarán, la exalcaldesa que pregonaba la honestidad y la decencia en la gestión pública, debe ser sancionado con todo el peso de la ley, al igual que todos los corruptos, vengan de donde vengan, y sean de cualquier gobierno o administración. Acá nadie debe tener corona y menos los ídolos de barro de la honradez.