En muy poco tiempo hemos visto pasar muchos ministros y varios gabinetes cuestionados. La nueva normalidad en el Perú es la convulsión política y la inestabilidad. Estamos perdiendo el debate sobre lo que queremos para nuestro país y más grave aún, marginando a los jóvenes porque se dice que no tienen interés por la política. No es cierto y nos corresponde ir formándolos a sabiendas que constituyen el relevo generacional en las ciencias y en las letras, pero especialmente en la política llamada a conducir los destinos de nuestra sociedad. Si sufrimos por la incapacidad de algunos personajes nombrados por Pedro Castillo en altos cargos, con más urgencia y responsabilidad deberíamos estar preparando, debatiendo y dando importancia a la participación de los jóvenes. En nuestro país la vanguardia sigue siendo de sexagenarios y no estamos formando cuadros ni confiando en los jóvenes para que ganen experiencia. Tampoco generamos fe y confianza en la política. Con la excepción de quienes han elegido la ciencia política como profesión, la gran mayoría se muestra decepcionada por las malas prácticas de los políticos y renuente a intervenir. Vamos dejando atrás la pandemia y su aislamiento, las aulas se volverán a llenar con jóvenes que se preparan para el futuro dentro del cual es obligatorio insertar la política. Ellos son el capital humano para el relevo generacional. Pronto vendrán elecciones regionales y municipales post pandemia y su entusiasmo estará presente en las campañas, pero no serán protagonistas con participación propia y de liderazgo como corresponde en toda democracia. Toca a nuestros debilitados partidos políticos alentar más jóvenes dentro de sus filas para competir en puestos de elección popular, darles una candidatura para que la ciudadanía decida si los quiere o no como representantes. No se trata de cuotas o de ponerlos como suplentes o de relleno. Necesitan ganar la ciencia y la experiencia que todavía no tienen.