Waldo Ríos es un excongresista (2000-2001) que luego de ser condenado por sus nexos por Vladimiro Montesinos, en 2014 llegó a ser elegido como Gobernador Regional de Áncash jurando y rejurando que si ganaba iba a entregar 500 soles mensuales por familia. Incluso en su publicidad aparecía agitando cinco billetes de cien soles. Hoy está preso por sinvergüenza, pero parece que su “estrategia de campaña” ha dejado huella hasta la actualidad.

En la actual campaña, que se da en medio de las necesidades de millones de peruanos que han perdido el trabajo y no pueden ni salir a vender lo que sea a causa de la pandemia, vemos al candidato presidencial de APP, César Acuña, ofreciendo dar bonos de 600 soles mensuales durante un año a las familias vulnerables. Suena bien, pero habría que ver de dónde va a sacar esa plata en momentos en que las arcas públicas están agujereadas.

Pero no es el único. El expresidente y candidato del Partido Nacionalista, Ollanta Humala, ha ido más allá y ofrece no 600 soles como Acuña, sino 800 soles. Mientras tanto, la izquierda no deja de promover el “bono universal”, y Daniel Urresti, del partido de José Luna, asegura que si es elegido mandatario, se encargará de entregar a los aportantes el dinero que han dejado en la ONP, algo que el Tribunal Constitucional ha rechazado de plano.

No se puede ser tan irresponsable como para hacer campaña jugando con las ilusiones de la gente, y menos en momentos tan duros como los actuales. Esto parece una broma cruel, algo como lo que hizo el humalismo en 2011, cuando ofreció bajar el precio del balón de gas a 12 soles, algo que jamás cumplió simplemente porque era imposible, como lo es también regalar plata a millones de familias durante un año.

Lo mejor que pueden hacer los candidatos es lanzar propuestas realistas que busquen la reactivación de la economía y la consecuente generación de puestos de trabajo. Solo así saldremos de la crisis en que nos encontramos. No ofrezcan lo imposible. Que el “síndrome de Waldo Ríos” no vuelva a contaminar una campaña electoral, y menos cuando por culpa de una pandemia jamás vista, la gente está ávida de obtener dinero.