El año que termina ha sido marcado por la convulsión política que se manifestó en el caso Lava Jato que se ventila en el Ministerio Público y el cierre del Congreso por parte del presidente Martín Vizcarra, todo lo cual parece haber tenido distraído al país en relación a un tema crucial que recién hoy nos estalla en la cara: nuestra alicaída economía que en este 2019 muestra un crecimiento para el olvido.

Vamos cerrando un año con una expansión de apenas 2,2 por ciento, cuando hace doce meses los estimados estaban por el doble. Lo lamentable es que nada traumático ha sucedido en la coyuntura internacional como para haber tenido tremendo bajón que es una verdadera zancadilla a un país que necesita crecer a un mayor ritmo para cubrir, especialmente, las necesidades de los más pobres.

No hay peor forma que afectar a un país que dejando languidecer su economía, esa que si hubiese crecido en un mayor ritmo, permitiría mejorar la salud, la educación, la lucha contra la vergonzante anemia y la inseguridad.

El gobierno del presidente Vizcarra tiene una gran deuda con el Perú en materia económica, que ha sido cubierta con el ruido político que hemos vivido en este 2019 que se va. Faltó inversión pública, falto fomentar el desarrollo de proyectos y destrabar otros. Si en 2020 seguimos así, serán los pobres de este país los que sufrirán los efectos y saldrán a reclamar al aún popular gobernante.