El lunes último el presidente Pedro Castillo ha estado en las regiones Cajamarca y Lambayeque, y ha insistido en su discurso de victimización y de división de los peruanos al señalar que discriminan a su gobierno por ser “provinciano y rural”, algo que no resulta el menor análisis y hasta resulta ofensivo para muchos peruanos que no son de Lima, pues la incapacidad y la corrupción no tienen por qué ser asociadas con el lugar de nacimiento.

Al presidente Castillo no se le cuestiona ni por “provinciano, rural o rondero”, sino por estar completamente descalificado para el cargo al no tener ni los conocimientos más elementales sobre la política y el funcionamiento del Estado. Hasta quien fuera su premier, Guido Bellido, se ha referido a sus grandes limitaciones, al extremo de definirlo como un “sindicalista básico”. Y este caballero admirador de la senderista Edith Lagos tampoco es de Lima, así que no venga el profesor a victimizarse.

El jefe de Estado también es criticado por andar rodeado de impresentables, buenos para nada, envarados, pirañitas y come echados, aparte de maleantes y malandrines, como la gente que ha colocado en algunos ministerios y que también lo visitaba en la casa del pasaje Sarratea, en Breña, a donde incluso llegaban personajes con antecedentes por asalto a mano armada y asesinato. ¿Qué tiene que ver esto con ser de provincias o de la chacra? ¿Acaso así es el peruano que viene del ámbito “rural”?

Si al presidente Castillo lo vacan o en algún momento se ve obligado a renunciar, no será por venir de Chota o por ser profesor de escuela rural, sino por incapaz y por andar metido en cosas turbias como las que ha señalado la lobista Karelim López, la que hacía las jaranas en Palacio de Gobierno y movía sus fichas para que las empresas a las que representaba ganen millonarias licitaciones en el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, que desde hace tiempo huele a corrupción.

Al victimizarse en calles y plaza, el presidente Castillo miente, divide a los peruanos y falta el respeto a millones de ciudadanos de provincias que trabajan con honestidad y al lado de personas de bien. El mandatario debería tratar de defenderse con argumentos válidos y serios, y no con floro barato, discursos de “pobrecito” y demagogia más bien ofensiva para quienes no se sienten identificados con el socio del corrupto Vladimir Cerrón y con quien llevó a Bruno Pacheco a trabajar a su lado.