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El 26 de julio de 2015 recién fue incorporado el delito de sicariato a nuestro Código Penal. Sin embargo, en el norte del país eran frecuentes estos crímenes diez años atrás, aproximadamente.

En Trujillo, por ejemplo, se hablaba de escuelas dedicadas a reclutar muchachos para matar. Más o menos era así. Las organizaciones criminales sabían de los vacíos en las leyes, por lo cual decidieron empezar un lucrativo negocio: contar con un pelotón para asesinar.

Ustedes se preguntarán cómo es que leen los delincuentes. No es que anden con su Código Penal bajo el brazo, para eso tienen un área legal. Esos mismos abogados que suelen aterrizar por las audiencias pidiendo libertad para los hampones son quienes también los asesoran.

Lamentablemente, hoy el sicariato está enraizado, es parte del sistema delincuencial, y, al parecer, sin políticas de gobierno sobre prevención, difícilmente desaparecerá. El último estudio del Ministerio de Justicia solo sirve para contar la historia. Nada más.

Cuando el tristemente célebre "Gringasho" fue portada de los diarios nacionales por ser el sicario más joven del país, este personaje era apenas un mal ejemplo de la juventud asesina. Los criminales le encargaban este trabajo porque sabían que la ley no caía con rigor.

Otros muchachos comenzaron llevando y escondiendo las armas de los maleantes. ¿Saben por qué? Porque los criminales conocen que esto apenas es una infracción para un menor de edad. Lima, ajena a todo mal del interior del país, solo miraba al cielo.

El sicario joven comienza abandonando la escuela, si es que tiene la oportunidad de asistir, y es reclutado por las mafias porque les brinda asistencia: ropa y comida. Esto, tal vez, es un lujo para aquellos. ¿Dónde estuvieron los ministerios para velar por los niños y los adolescentes?

Combatir el sicariato, muy afincado en esta parte del país, todavía es una tarea pendiente del Estado. Mirar el problema de lejos, redactando estudios que ya conocemos, constituye un error más para que esto se expanda a otros lugares del país. 

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