Extraña que con todo lo que se dice sobre Ollanta Humala y su presunta implicancia en el caso “Lava Jato”, hasta ahora el exmandatario no haya salido personalmente a defenderse y negar los graves cargos que pesan en su contra y que lo han llevado a tener restricciones judiciales para abandonar el país, junto a su esposa Nadine Heredia, investigada en el Ministerio Público por el presunto delito de lavado de activos.

Hace más de dos semanas salió información que aportaba más indicios a la versión de que Humala recibió dinero de la constructora Odebrecht para sus campañas presidenciales. Se hablaba incluso de 3 millones de dólares. Resulta extraño que un político que hace apenas seis meses ha dejado la Presidencia de la República no se interese por limpiar su honor y aclarar lo señalado, si es que lo afirmado es falso.

Cualquier persona, y más si es un político, saltaría hasta el techo si alguien sale por ahí con la versión de que habría recibido dinero de una empresa con intereses en el Perú, y que además ese monto jamás fue declarado a las autoridades electorales competentes.

Es verdad que Humala tiene un abogado defensor que ha salido en algunos medios a sacar cara por su patrocinado. Pero ante acusaciones tan graves contra quien ha tenido el honor de ser presidente del Perú, lo menos que se esperaba del exgobernante era una declaración, una entrevista o al menos un tuit que calme a los peruanos, que están viendo a uno de sus antecesores, Alejandro Toledo, cómo termina de hundirse. ¿Por qué el silencio?

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