El norte del país viene siendo el escenario de una avalancha de los principales candidatos a la Presidencia de la República, aunque ellos digan que aún esperan las supuestas elecciones democráticas de sus partidos.

Contaba hace un par de días en mi columna que el arribo de estos políticos no era al azar, ni por el cálido clima de la zona, sino que formaba parte de una estrategia en estos tiempos en que el voto está disperso, escondido y, en algunos casos, tiene dueño desde hace años.

No por nada Keiko Fujimori celebró su cumpleaños en Piura con una bicicleteada, en donde no faltaron quienes quieren quedarse en el Congreso ni los nuevos que van al acecho de la lista parlamentaria. Si a esto le sumamos un buen número de simpatizantes, la campaña arrancó sobre ruedas. Aquí logró la mayor votación en las últimas elecciones generales.

El autoproclamado precandidato nacionalista Daniel Urresti se dio un baño en la laguna de las Huaringas en Huancabamba (Piura) para sacarse los demonios judiciales que lo persiguen por la muerte del periodista Hugo Bustíos y comenzar su marcha militar rumbo a Palacio de Gobierno. Antes, a secas, estuvo en Trujillo.

Alejandro Toledo, quien huele a muerto político pero él aún no lo percibe, estuvo hace un par de semanas en Trujillo y su tierra Áncash, alejado de Lima, donde la mansión y oficina de lujo de la suegra parecen cobrarle una pensión vitalicia de escándalo. Eso sí, de su pacto con el nacionalismo no habla porque parece que se le ha apagado el foco.

Pedro Pablo Kuczynski estuvo en Piura y Trujillo, donde sabe que el servicio de agua y saneamiento es igual o peor que en Chiclayo, Tumbes y Chimbote. Vino a dar la receta para solucionar esta problemática, pero la verdadera intención era inaugurar locales de campaña, como aquel ubicado en la Plaza de Armas trujillana.

Alan García, para olvidar su último testimonio ofrecido sobre los “petroaudios”, ancló ayer su superficie en los distritos de Moro y Nuevo Chimbote, Áncash. En el exsólido norte, las juramentaciones de los nuevos dirigentes son excusas para darle paso a los mítines de campaña. Hoy se explaya en Trujillo y mañana estaría en Chiclayo.

¿Por qué el norte? Porque después de Lima, la mayor cantidad de electores se concentra en esta parte del país. Trujillo y Piura, en ese orden con escaso margen de diferencia, cuentan con un buen bolsón de personas que pueden sufragar; además, a diferencia del sur, el rechazo ideológico no se siente (no hay mayorías de derechas o izquierdas). ¡Qué rico norte!