La oposición de Venezuela, siempre frágil, esta vez deberá mostrarse firme y unida para no caer en el juego de Nicolás Maduro, que se ha convertido en un completo teatrero al anunciar que se encuentra “a la orden” para candidatear a la Presidencia de su país en unos comicios que desde antes que se realicen -están programados para el mes de abril próximo- están viciados y sin lo más importante: la legitimación nacional, pues está cantado que habrá fraude y un solo ganador: el propio Maduro. Los venezolanos demócratas, que son la inmensa mayoría, y la oposición, que deberá sacudirse de sus estragos internos, no pueden pecar de ingenuos. Nadie debe engañarse. Maduro está logrando a cualquier precio mantenerse en el poder, que recibió por posta “divina” de Hugo Chávez aquel 8 de diciembre de 2012 en que apareció el menguado presidente ante los medios de comunicación de su país para pedir al pueblo que elija a Maduro como su sucesor en 2013. El actual gobernante evitó por todos los medios un proceso de revocatoria y pisoteó a la Asamblea Nacional, elegida democráticamente el 6 de diciembre de 2015 al inhabilitarla por la fuerza y por completo. A cambio de ello, convocó a unas elecciones maniqueas con el objetivo de instalar una Asamblea Nacional Constituyente que aprobase una nueva Constitución para Venezuela y lo más importante: crear las condiciones para que pueda volver a postular a la Presidencia. Maduro, que cuenta con todo el poder represivo, volverá a aplastar todo intento que busque derrocarlo, y para eso ordenará el remate extrajudicial de todos aquellos que decidan seguir los pasos del ultimado policía Óscar Pérez junto a otros seis valientes venezolanos. Frente a esta realidad, América, en el marco de la OEA y en el del Grupo de Lima, recientemente reunido en Chile, tiene la palabra, mirando abril, en que también se realizará la VIII Cumbre de las Américas en nuestro país.
El teatrero Nicolás Maduro
COLUMNA: MIGUEL ÁNGEL RODRÍGUEZ MACKAY