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Las diferentes municipalidades del país y la Policía Nacional demostrarán que están haciendo bien las cosas y trabajando en favor de los ciudadanos cuando de una buena vez comiencen a sacar de las pistas y a sancionar a los vehículos conducidos por infractores que se han adueñado de las vías y hacen que la congestión y el caos sean aún mayores. Lima es apenas una de las capitales del Perú donde la cosa es crítica.

No puede ser que tengamos vehículos circulando a pesar de que acumulan miles de soles en multas. De esto nos venimos a enterar cuando hay un lamentable accidente, pero no antes. Ante esto, habría que preguntarnos dónde estuvieron los inspectores ediles o los policías de tránsito que no fueron capaces de detectar a estos peligros públicos con ruedas.

Hace poco vimos en un distrito de Lima el caso del chofer de una empresa de transporte supuestamente formal que nunca había tenido licencia de conducir. No es que su brevete lo haya perdido o lo tuviese vencido. No. Jamás en su vida había obtenido el documento, y pese a ello manejaba una unidad de transporte público. ¿Nunca lo paró un policía en una esquina? ¿O es que la coima lo salvó?

Los ciudadanos de a pie no podemos estar a merced de este tipo de elementos, muchos de los cuales, además, conducen unidades que nadie sabe dónde pasaron sus respectivas revisiones técnicas, pues es evidente que se caen a pedazos. ¿También hubo coima? Irónicamente, los autos nuevos que no contaminan ni se malogran, ni afectan el tránsito al quedarse descompuestos en plena vía, pagan impuestos por tres años, mientras que las chatarras no. El mundo al revés