La mañana del viernes último una noticia inesperada, dolorosa e impactante, despertó a millones de peruanos que no imaginaban el anuncio de la muerte de uno de sus actores más queridos, Diego Bertie. A los pocos minutos que los informativos daban cuenta de su fallecimiento, crecía la sorpresa, la tristeza y el lamento por una partida que, como muchas veces sucede con los integrantes del mundo artístico, siempre produce un impacto tan fuerte como si fuera la de un miembro de la familia. Y es que, aunque parezca una exageración, la cercanía, la empatía y hasta la identificación del público con una figura de la televisión, el cine, el teatro y la música, existe, y sucedió con Bertie, que se dedicó a su carrera por más de tres décadas.

El protagonista de exitosas telenovelas, cantante de pop rock, actor de cine y de exitosos montajes teatrales, aunque no se lo propuso, fue un referente para muchos de sus colegas de la misma generación y de los que iban llegando, que lo veían como el modelo a seguir en la industria del entretenimiento. De allí el impacto de su muerte en quienes siempre consideraron a Bertie el actor profesional que siempre marcó la diferencia y que hoy ya no está. Es así como tenemos que recordarlo, en su hábitat, en el escenario, lleno de proyectos, lo demás quedó para él y su historia personal. Y salvo algunos excesos, en su mayoría, el tratamiento de la información en torno a su fallecimiento ha sido respetuosa, como debiera ser con todos los personajes mediáticos que ante todo, son seres humanos y tienen una familia detrás.

El morbo, el escarbar en la basura y difundirla, no debería incluirse en la reseña de un ser humano que solo se dedicó a hacer su trabajo y entregarlo al público a la altura de su talento.   “La vida es tan frágil, no sabes lo que va a pasar mañana. Todo es cambiante todos los días. No quiero dejar nada a medias”, expresó semanas antes a Verónica Linares, y él trabajó hasta lo último cuando decidió retomar la música. Diego Bertie quería seguir sobre el escenario,regresar a esa pasión que fue precisamente el inicio de su carrera y que, por cosas del destino, se convirtió en su fiel compañera del final. ¡Buen viaje Diego!