En medio de la desgracia que afecta al Perú por el llamado Niño costero, que ha dejado hasta el momento 75 fallecidos y más de 100 mil damnificados, emerge el gran trabajo que realizan por estos días los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, que desde hace casi una semana están en la primera línea en la labor de salvar vidas y satisfacer las necesidades de los afectados.

Los hemos visto sin descanso en aviones, helicópteros, buques, a pie, colgados en cuerdas y exponiendo su integridad para salvar a personas atrapadas. El esfuerzo es de todos, desde el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y los comandantes generales de las tres armas, hasta los valiosísimos voluntarios que hacen el servicio militar. Todos se la están jugando por el país.

Lo mismo sucede con los policías, como esos a los que vimos el viernes último, en Carapongo, atados con cuerdas y tratando de sacar a gente atrapada en los techos de las viviendas. Sin duda los peruanos tenemos una gran deuda con los militares y custodios del orden, que quizá en casa también son damnificados por la desgracia, pero igual cumplen su compromiso con los peruanos.

A lo largo de décadas, los peruanos hemos sido críticos de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional por el mal accionar de algunos elementos que merecen recibir todo el peso de la ley. Ojalá que, una vez superada la emergencia, nos demos un tiempo para rendir un homenaje a quienes hoy se la están jugando al trabajar esforzadamente en los lugares más alejados para dar la mano a los más necesitados.

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